A fe y fuego

A fe y fuego

martes, 30 de junio de 2015

Capítulo 16



A.D. 840M40. Randor Augusta (Kerbos), Sistema Kerbos, Sector Sardan, Segmento Tempestuoso.


Son las seis de la mañana. Kerbos Astrum I y II aún no han amanecido, aunque el cielo ya empieza a clarear. Mathias Trandor aguarda en la puerta XVII del espacio-puerto, esperando la lanzadera que de un momento a otro llegara para conducirlo a la estación orbital de Kerbos.
Ha llegado el día. Va a dejar el Sistema Kerbos para regresar al Cadwen, su Sistema natal. No lleva mucho equipaje; las becas imperiales no permiten a los estudiantes vivir con holgura, y todas las pertenencias personales de Mathias caben en una única maleta. Le ha bastado una sola noche para reunir el equipaje con el que ha de marchar.
Lo más difícil ha sido despedirse de Aeryn, la joven arbitradora con la que llevaba casi un año de relación. Fue complicado inventarse una excusa para explicar por qué dejaba el planeta, puesto que no podía contarle que había sido reclutado por la Inquisición. Al final, optó por lo simple.
-Me han ofrecido un trabajo como profesor en el Collegia Imperialis del Sector Donorian- le dijo.
Aeryn era una mujer práctica. Alta, pálida y de cabello liso y oscuro, como todas las mujeres con las que Mathias había estado. Al escuchar aquellas palabras, le había mirado con resignación.
-Supongo que has aceptado- dijo.
-Sí- respondió Mathias.- Es una gran oportunidad para mí. Espero que lo entiendas-.
Ella asintió, serena, aunque la luz de sus ojos se había marchitado al oírle hablar.
-Lo entiendo, Mathias. Pero te voy a echar mucho de menos. He sido muy feliz contigo-.
Como siempre que una mujer le dedicaba palabras de cariño, Mathias tragó saliva, nervioso. Tras su malograda experiencia con Neria, jamás ha vuelto a cometer el desliz de llamar a una chica por el nombre de Alara. Tampoco ha estado con muchas; Aeryn es la tercera relación más o menos estable que ha tenido. Le gusta Aeryn; no es demasiado posesiva ni le ha planteado exigencias emocionales que no se siente capaz de satisfacer. Lo pasaban bien juntos, y punto. Con las otras dos chicas terminó poco después de que le propusieran “dar un paso más en la relación” e irse a vivir juntos. Mathias les tenía cariño, las apreciaba y lo pasaba bien con ellas en la cama, pero cualquier mención al compromiso serio lo hacía tener escalofríos de pánico. Se decía a sí mismo que aún era joven, que le sucedía porque no estaba preparado. Tal vez sonara inmaduro, pero era mucho más fácil que admitir ante sí mismo que no podía amar de verdad. Al menos, no mientras estuviera atrapado por un recuerdo, atado a su ángel perdido. No podía entregar un corazón que no era suyo, porque seguía perteneciéndole a Alara. Como siempre le había pertenecido.
Racionalmente, Mathias sabe que es absurdo. Hace dieciséis años que no la ve, jamás ha podido encontrarla, y probablemente no lo hará jamás. De hecho, supone que ahí estriba la mayor parte del problema. Sin saber la verdad, qué ha sido de ella y dónde se encuentra ahora, no puede continuar hacia delante. Si hubiera averiguado que había profesado como monja o Sororita, que estaba casada, o incluso -el Emperador no lo quisiera- que había muerto, podría haber llorado su pérdida y dejado su recuerdo atrás. Pero no lo ha conseguido, y la sombra de Alara Farlane sigue aferrándose a su corazón sin dejarlo marchar. Cuando la soledad lo acuciaba, se sentía atraído por chicas y creía que las amaba, pero luego se daba cuenta de que era mentira. Nunca se trataba de amor. Ni por Aeryn, ni por ninguna de sus predecesoras. Y todas ellas, ya fuera por el nombre, por la personalidad o por el físico, le recordaban a Alara. Ellas, por supuesto, no lo han sabido jamás. Mathias nunca les ha hablado de Alara. Para él, ella es su más preciado secreto.
Al menos, la despedida de Aeryn no ha sido tan amarga como con las otras chicas, tal vez porque se ha producido por factores externos, antes de que Mathias haya tenido que salir huyendo cuando ella le pidiera más de lo que él le podía dar. Han quedado como amigos, se han acostado juntos una última vez, y Mathias ha recogido sus bártulos y se ha marchado sin mirar atrás.
Un zumbido atrae su atención: llega la lanzadera. Mientras él y los demás pasajeros se aprestan en sacar sus pasajes para poder embarcar, piensa que quizás esto es lo que le hace falta: cambiar de aires, irse lejos, un trabajo absorbente y agotador. Tal vez, sólo tal vez, este sea el modo de que los gritos de agonía de su corazón, que llora sin cesar la ausencia de su dulce ángel, comiencen por fin a callar.


A.D .844M40. Shantuor Ledeesme (Vermix), Sistema Cadwen, Sector Sardan, Segmento Tempestuoso.


Alara Farlane despertó desorientada. ¿Era aún de noche? ¿Había amanecido ya? ¿Qué hora era?
De una cosa estaba segura: dolía. Dolía aún más que cuando la habían metido en el Rhino. Pero por fortuna, alguien parecía estar ocupándose de ella. Por alguna parte se colaba la luz grisácea del amanecer.
Una de las hermanas hospitalarias estaba junto a ella, retirándole la sábana que la cubría. Alara sintió frío.
-Hora de cambiar los vendajes- dijo.
Sacó las tijeras y cortó una tira de tela. Sus movimientos eran rápidos y eficientes, profesionales, pero cuando Alara la miró sintió una leve punzada de inquietud. ¿De quién se trataba? La voz no era de Valeria. Tampoco parecía Amalia ni Alicia. Llevaba la servoarmadura de las hospitalarias en batalla, el cabello oculto por la toca y el rostro cubierto con un respirador. Pero, ¿por qué iba a llevar equipamiento de combate aquella hermana para trabajar en un Rhino médico, fuera de zona hostil, a esas horas de la madrugada?
Y en el nombre del Emperador, ¿quién era?
Comenzó a deshacer el vendaje que cubría la piel de Alara. Y entonces la joven vio, incrédula y aterrorizada, que a medida que las vendas se despegaban de su cuerpo se llevaban consigo parte de la piel. Un intenso dolor, un escozor punzante, hizo arder el torso de Alara a medida que los vendajes arrancaban la piel pegajosa dejándole el cuerpo en carne viva.
-¿Pero qué es esto?- balbuceó, conmocionada.
Las heridas estaban negras, las quemaduras habían devorado la piel. El dolor se hizo más intenso, semejante a un cosquilleo abrasador. Alara aún no se había recuperado de la impresión de verse el torso convertido en semejante carnicería cuando los costurones sangrantes y los hematomas negruzcos comenzaron a moverse.
-¿Qué es esto?- gritó Alara, asustada.- ¿Qué me está pasando?-.
Entonces, todas sus heridas se abrieron de súbito manando sangre espesa, negruzca, y revelando una miríada de gusanos blancos que comenzaron a corretearle por el cuerpo, brotando de sus palpitantes heridas y devorándole la carne. El pavor estalló como cristal líquido en la mente de Alara, enloqueciéndola de terror.
-¡No!- aulló.- ¡No! ¡Noooo!-.
Su voz se quebró en un salvaje alarido de dolor y pánico.



-¡En el nombre del Emperador! ¿Pero qué es lo que pasa?-.
Alara abrió los ojos. ¿Acaso no los tenía abiertos ya? ¿Por qué de repente sólo había oscuridad? No importaba, sólo existían el dolor, el terror y el pánico. Sentía el escozor y el correteo de aquellos seres repugnantes reptándole por el cuerpo, escapando de sus heridas, devorándola. Comenzó a sacudirse entre espasmos frenéticos, intentando quitárselos de encima como fuera…
-¡Alara!- oyó la voz de Valeria, entre somnolienta y alarmada.- ¿Qué te sucede?-.
Alara estaba incorporada en la camilla, con los ojos abiertos al vacío, clavándose las uñas en los vendajes y dándose tirones.
-¡Quitádmelos!- aullaba, histérica.- ¡Quitádmelos!-.
-¡Está tratando de arrancarse los vendajes!- exclamó Amalia, alarmada.- ¡Rápido, sedación!-.
-¡Quitádmelooooos!- chilló Alara.
Un pinchazo en el cuello la dejó atontada casi de inmediato.
-¿Qué le pasa?- una voz masculina sonaba muy lejos.
-No lo sé. Se ha despertado de repente…
Alara lanzó un gemido de agonía, retorciéndose de dolor. ¿Por qué nadie lo veía? ¿Por qué nadie la ayudaba? ¿Qué estaba pasando?
-Ayudadme- gimoteó.- Quitádmelos…
Su voz se disolvió en balbuceos incoherentes antes de perder la consciencia de nuevo.



Luz del día. Desconcierto. Confusión. Por un momento, no supo dónde estaba. Luego se acordó. A su alrededor sonaban voces.
Sintió de nuevo el escozor. Y después el miedo. Abrió los ojos de golpe y se incorporó con un gemido.
Cuatro pares de ojos se giraron de inmediato hacia ella, mirándola con alarma: Valeria, Octavia, Alicia y Amalia. Alara les devolvió una mirada de confusión que pronto se transformó en angustia al recordar lo que había sucedido. Con un gemido, se sacudió la sábana de encima y se observó a sí misma con ansiedad.
Tenía los vendajes perfectamente puestos, en su sitio. Aún así, el escozor y el leve cosquilleo estuvieron a punto de hacerla entrar el pánico.
-Quitadme los vendajes- dijo con voz ahogada.
Valeria se acercó, preocupada.
-Alara, ¿estás bien? Tuviste una pesadilla muy extraña anoche…
Pero no había sido una pesadilla; Alara estaba segura. El terror aún le latía en el corazón. Y aquel repugnante cosquilleo…
-Quitadme los vendajes- repitió más fuerte. La voz le temblaba.
-Alara, no es conveniente. Si te los quitamos ahora…
Los recuerdos eran demasiado intensos, demasiado reales. La repugnancia, el miedo, el horror, el asco… todo regresaba con espeluznante claridad a la mente de Alara. Sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas, que comenzaron a chorrearle por las mejillas. Rompió a llorar.
-Valeria, por favor, quítame los vendajes- sollozó.
Valeria la miró con una expresión de incredulidad casi cómica. Alara nunca lloraba en público. Jamás. Fue aquella desesperación, aquella pérdida de control, lo que hizo que sacara unas tijeras y cortara en silencio los vendajes.
Alara temblaba espasmódicamente mientras las vendas se iban retirando de su cuerpo. Poco a poco, fueron dejando al descubierto la piel, y por fin pudo ver lo que había debajo.
Nada. No había nada, salvo un leve enrojecimiento residual. La piel estaba lisa y sana. Los hematomas habían desaparecido y las heridas estaban ya completamente cicatrizadas, con los puntos casi reabsorbidos. Una curación espectacularmente rápida, y nada más.
Alara se dejó caer en la camilla y volvió a sollozar, esta vez de puro alivio. Por primera vez, comenzó a ser consciente de que era real, que lo anterior sólo había sido un mal sueño, que estaba a salvo.
-Alara, ¿qué te pasa?- preguntó Valeria, cada vez más preocupada.
-A… anoche tuve una visión horrible- gimoteó Alara, aún conmocionada.- Tenía… oh, Emperador, tenía la piel podrida, y los gusanos me corrían por el cuerpo, y… -se cubrió los ojos con espanto al recordar la escena.
-Fue una pesadilla, Alara- dijo Valeria con suavidad.
-¡No!- exclamó Alara, angustiada.- ¡No lo fue! ¡Las pesadillas no duelen, y aquello me dolía! ¡Me dolía mucho! E incluso ahora lo recuerdo tan claro, tan… tan real
Se estremeció. Alguien llamó a la puerta del Rhino.
-Soy yo- dijo la voz de Mathias.- ¿Ya ha despertado Alara? ¿Se encuentra mejor?-.
-¡Ah, tú!- exclamó Valeria, indignada.- ¡Me vas a oír! ¿Qué es lo que le has hecho?-.
Mathias entró en el Rhino con cara de sorpresa.
-¿Cómo que qué le he hecho? ¿Le ha pasado algo? ¿Cómo está?-.
-Bien, aunque no gracias a tu maldito suero- gruñó Valeria.- Podrías haber avisado de que sus efectos secundarios provocaban alucinaciones. Lo que tuvo anoche fue un ataque de nervios al creer que tenía gusanos por el cuerpo; casi se arranca las vendas a zarpazos. Tendremos suerte si los arañazos no le dejan cicatriz-.
-¡Eh, un momento!- se defendió Mathias.- ¡Mi suero no provoca ese tipo de efectos secundarios!-.
Valeria puso mala cara.
-¿Estás seguro? ¿Cuántas veces lo has probado?-.
-Lord Crisagon lleva más de un año usándolo en nuestras misiones. Admito que los efectos son más fuertes que los de un suero normal; puede crear estados de confusión, e incluso pérdida transitoria de consciencia. Pero jamás había provocado alucinaciones, jamás. Alara, ¿no habrás tomado anfetaminas de combate, verdad? ¿O algún otro medicamento que afecte al cerebro?-.
-N… no- respondió Alara con voz temblorosa, limpiándose las lágrimas de los ojos.
-¡Entonces, no lo entiendo!-.
Alara se dejó caer en la camilla, lanzando un hondo suspiro. Aquello la ayudó a calmarse un tanto. Era consciente de que la horrible visión de la noche anterior no era real. Pero también tenía claro que no había sido una simple pesadilla. Algo extraño había pasado. De repente, recordó lo extrañamente mal que se había sentido dentro del sótano, aquella sensación de náusea, de desagrado enfermizo, y la invadió el malestar.
-Mathias- dijo de repente.- ¿Qué sentiste anoche, en el sótano?-.
-Pues, ¿qué voy a sentir? Por un lado me sentía como un idiota porque nos habían atrapado. Estaba leyendo los archivos que Lord Crisagon me había enviado sobre los antiguos cultos paganos de Vermix y la verdad es que me confié. Los bandidos se acercaron a hurtadillas, la oscuridad y la lluvia no nos dejaron percibirlos hasta que los tuvimos encima-.
-¿Es que no había nadie vigilando?-.
-Teóricamente Valeria, pero estaban vigilándonos y se aprovecharon de que tuvo un instante de descuido. Abrieron la puerta de repente y me apuntaron con una pistola en la cabeza, amenazando con matarme si no salíamos del coche sin oponer resistencia. Tuve el tiempo justo para apretar la runa de apagado de la placa de datos...
-Pero, ¿no sentiste nada raro?- insistió Alara.
 -Bueno, estaba preocupado por ellas y por ti…
-¿No sentiste náuseas? ¿Cómo una sensación de asco o de desagrado interior?-.
-Pues… -Mathias la miró con expresión de desconcierto.- El sitio era bastante decrépito y cochambroso, la verdad, pero de ahí a sentir todo eso…
Alara miró a sus hermanas.
-¿Octavia?- inquirió.- ¿Valeria?-.
-Yo sólo me sentía avergonzada por haber bajado la guardia- reconoció la Hospitalaria, bajando la cabeza.- Pero no me sentí tan mal como tú. Supongo que te sentías bajo una gran presión mental al verte en la responsabilidad de rescatarnos...
Alara frunció el ceño. Sabía muy bien lo que había sentido.
-Octavia, ¿no dijiste que anoche habíais descubierto algo aterrador en el informe?-.
-Inquietante- intervino Mathias, adelantándose a la Dialogante.- Más que aterrador, yo lo llamaría inquietante-.
-¿Tienes el informe aquí? ¿Puedo leerlo?-.
-Eh… sí, claro. Anoche estuve redactando un resumen con toda la información esencial; ya lo he cargado en la placa de datos. ¿Vas a leerlo ahora mismo?-.
-Dámelo- le pidió Alara, tendiendo la mano.- Y mientras lo leo, ve a buscar al padre Bruno. Tenemos que hablar con él.
Mientras Mathias se marchaba, Alara abrió el documento y empezó a leer.




+++  HISTORIA ANTIGUA DEL PLANETA VERMIX  +++

INFORME SOBRE CULTOS ANTIGUOS - ERA PREIMPERIAL

AD 286.844.M40 - Misión Inquisitorial en la Provincia de Prelusia, Continente de Kamrea en el Planeta Vermix, Sistema Cadwen del Sector Sardan. Investigador Legado Inquisitorial Mathias Trandor.

Archivo de Diligencias: 246805.S4.SAR1.CAD1.VER1 - Informe de Operaciones: 246805.MR.V1

         Como consecuencia de las hipótesis formuladas por la Hermana Redentora Alara Farlane sobre la amenaza latente que supone la pervivencia entre la población nativa de veneraciones paganas, hemos organizado una comisión de investigación conjunta entre el Adepta Sororitas y la Santa Inquisición para verificar sobre el terreno la verdadera extensión de ese remanente pagano y valorar su potencial para la gestación de cultos heréticos que perturben el orden imperial, ya sea a nivel local o planetario.
         Durante las primeras investigaciones, iniciadas en el Museo Memorial de la Batalla de Marlav que sucedió hace 2.500 años durante la conquista imperial de Vermix, hemos encontrado indicios sobre los antiguos cultos nativos que originaron las actuales tradiciones paganas. Los vestigios, tanto materiales como documentales, sobre el pasado preimperial reciente que hemos estudiado en el lugar muestran que el remanente pagano presente en las zonas más remotas es una amalgama de esos antiguos cultos, con diferentes grados de distorsión y combinación de sus doctrinas según sea su localización regional. Todo esto resta cohesión y coherencia a las actuales tradiciones paganas nativas, pero no potencial para ser un peligro como caldo de cultivo para herejías. Incluso hemos encontrado evidencias de tolerancia hacia psíquicos emergentes autodidactas (brujos) que llegaron a constituir un sacerdocio organizado en mayor o menor medida durante dicho pasado preimperial reciente, aunque todo apunta a su erradicación tras la conquista imperial del planeta por parte de la Eclesiarquía y la posterior conversión de las tribus nativas.
         Utilizando la base de datos existente en el Departamento de Estudios Históricos del museo, con la autoridad que me confiere mi rango de Legado Inquisitorial, hemos accedido a interesante información restringida sobre la sociedad existente en el planeta hace 2.500 años y los cultos paganos dominantes cuyo origen parece remontarse a 12.500 años atrás, según se desprende de los archivos y registros a los que hemos tenido acceso. Aún han quedado más datos por investigar, pero mi nivel de seguridad no me permite acceder a ellos. A continuación resumo lo que hemos averiguado sobre dichos cultos:

Culto de los Silicologistas:
- Su emblema era un cráneo frontal rodeado de un círculo con dos flechas que simbolizan el movimiento, que tiene grabado en la frente el binario 0110 (6) con dos relámpagos que se cruzan tras el círculo.
- Se trata de un culto filosófico aparentemente carente de psíquicos (aunque éstos podrían existir como telépatas o con otra clase de poderes discretos) centrado en la veneración del Arquitecto Nomológico.
- Su extensión geográfica era variada, teniendo presencia mayoritaria en las Tierras Bajas pero también siendo significativa en las Tierras Altas del continente Kamrea y otras regiones del planeta Vermix.
- La principal actividad del culto fue el suministro de artefactos y dispositivos de tecnología avanzada a la nobleza nativa, tanto equipamiento de carácter convencional como máquinas de inteligencia artificial.
- Su condena como tecnoherejes se debió a su absoluta falta de ética al desarrollar dichas inteligencias abominables, prohibidas por el Emperador al ser responsables del estallido de la Era de los Conflictos.
- La investigación de sus actividades por la Inquisición reveló que habían fabricado cientos de guerreros robotizados autónomos con apariencia humana y vestidos como soldados prelusianos. Éstos monstruos metálicos con piel sintética dotados de inteligencia abominable lucharon como fuerzas de élite durante la Guerra de Sometimiento a la autoridad imperial, siendo confundidos como soldados humanos entonces.
- No sólo fueron capaces de fabricar guerreros robotizados con inteligencia abominable, también existen evidencias de la creación de siervos robotizados con apariencia humana para realizar cualquier función, de forma similar a nuestros Servidores pero basándose en un sistema biónico en lugar de ser orgánico.
- Sin embargo, los silicologistas lograron ocultar todo durante mucho tiempo tras la dominación imperial a pesar de los indicios existentes en forma de testimonios, que fueron recogidos entre los miembros de la Guardia Imperial que participaron en la conquista y pacificación de Kamrea. Estos testimonios hablaban de adversarios prelusianos extensamente modificados con implantes biónicos capaces de resistir mucho daño y mostrar una fuerza sobrehumana, por lo que pasaron desapercibidos durante muchos siglos ante las autoridades imperiales hasta el Incidente Inhumano[1], hace 1.500 años, que descubrió la verdad.
- Las fuerzas imperiales, bajo dirección Inquisitorial, realizaron una violenta purga de Replicados (nombre que recibieron éstos falsos humanos) durante más de 500 años. En el proceso, tras arduas pesquisas y laboriosos escrutinios, se descubrió que los silicologistas eran los responsables de tales aberraciones y se procedió a su persecución sistemática para acabar con sus creaciones y sus prácticas impías. Hoy día se considera el culto extinto, dado que estaba formado por sólo unos cientos de miembros elegidos (el resto de iniciados ejercían como ayudantes o supervisores de sus secretas factorías automatizadas) que fueron debidamente purgados tras metódicas investigaciones. Sólo una minoría de tecnoherejes fue perdonada al renegar de sus prácticas y aceptar integrarse dentro del Culto Mecánico como adeptos.

Culto de los Deomecanicistas:
- Su emblema eran dos ruedas dentadas superpuestas (negra y blanca) que enmarcan un cuadrado a su vez dividido en dos triángulos, dentro de los cuales aparece un Alfa (superior) y un Omega (inferior).
- Se trata de un culto filosófico caracterizado por practicar la hechicería combinada con la tecnología en una blasfema comunión desarrollada por psíquicos llamados tecnomagos que adoran al Metagnóstikos.
- Su extensión geográfica era variada, teniendo presencia mayoritaria en las Tierras Altas pero también siendo significativa en las Tierras Bajas del continente Kamrea y otras regiones del planeta Vermix.
- La principal actividad del culto era la investigación de fenómenos psíquicos y la creación de artefactos capaces de aprovechar las energías disformes que recorren la red telúrica planetaria para reproducirlos.
- Se conocen algunas de sus blasfemias tecnológicas por los relatos de los soldados imperiales que se enfrentaron a ellas, como son el Cañón Disforme y el Rifle Abrasador. Otros artilugios conocidos no son militares pero su naturaleza es igual de extraña, como son los llamados Anima Mori y Ostium Dimensiva.
- Su organización era bastante jerárquica y compleja, con los tecnomagos en la cúspide dirigiéndolo todo y los tecnosiervos en la base trabajando como obreros en sus talleres-laboratorio con un cuerpo central de tecnoguardias que hacían las veces de guardaespaldas y operarios de sus impíos ingenios militares.
- La condena y persecución de este culto fue inmediata a la derrota de sus protectores y clientes, la vil nobleza nativa corrompida por el largo aislamiento del planeta y la degeneración de sus costumbres, tras la victoriosa Guerra de Sometimiento que incorporó a Vermix dentro del Imperio Galáctico. Pero la purga no se centró únicamente en los cultistas sino que se extendió a muchos de sus antiguos benefactores, de tal modo que su blasfema tecnología fue rastreada y confiscada para su estudio y destrucción.
- Durante cien años fueron combatidos en las Tierras Bajas mientras eran asediados sus bastiones de las Tierras Altas. Expulsados los supervivientes a las montañas, mantuvieron una guerra de desgaste a lo largo de 300 años utilizando hordas de tecnoesclavos incubados en laboratorios o extraídos de entre la población nativa (hay divergencia sobre su naturaleza, pero parece ser que se trataba de mutantes o algo más extraño... los registros sobre el tema están restringidos), que causaron muchos estragos.
- Finalmente, tras numerosos bombardeos orbitales sobre las zonas montañosas que les servían a modo de refugio, parece que su actividad bélica desapareció. Probablemente los últimos talleres-laboratorio no resistieron el poder combinado de la Guardia Imperial y la Armada Imperial, quedando neutralizados. Tras medio siglo de elaboradas investigaciones, el último tecnomago conocido fue capturado y ejecutado. Con este acontecimiento se dio por erradicada definitivamente ésta tecnoherejía, aunque todavía permaneció activo un dispositivo inquisitorial de vigilancia durante 50 años más para asegurarse que no resurgía.

Culto de los Vermisionarios:
- Su emblema es un gusano de la especie Dinovermis que se muerde la cola mientras adopta la forma del símbolo matemático de infinito. Éste vermiboros aparece de color verde y encerrado en un círculo azul.
- Se trata de un culto religioso organizado, dominado por una casta sacerdotal de psíquicos y un cuerpo de acólitos a su servicio, con lugares específicos para la devoción en los pantanos cercanos a cada una de las poblaciones con presencia de creyentes, siendo sus templos-fortaleza centros de peregrinación.
- Su extensión geográfica se limita a las Tierras Bajas, dónde era la religión dominante entre las gentes nativas de esas regiones tanto en el continente Kamrea como en otras partes del planeta Vermix.
- La doctrina religiosa se centraba en la adoración animista de los Dinovermos como poderosos heraldos del Gran Padre de la Fausta Providencia y su consorte, la Madre de Todas las Cosas. Ambos dioses no tienen representación propia, sino que vienen simbolizados por el vermiboros como tótem conjunto.
- Un rasgo característico del culto era la posibilidad de servir al Padre formando una guardia ocupada de proteger a los sacerdotes (Guardia Vermisionaria) o a la Madre como sanadoras (Observancia Vitalista).
- Su práctica más habitual era la ofrenda de objetos cerámicos para obtener augurios y bendiciones, así como paliativos para la enfermedad y aflicción habituales entre las gentes humildes o las zonas rurales. Su ritual más importante era la entrega a los sacerdotes de los difuntos, que eran ofrecidos en sacrificio a los Dinovermos para que los llevaran ante el Gran Padre para ser juzgados: aquellos que eran dignos se encarnarían de nuevo como Elegidos con la señal del Gran Padre (es decir, como psíquicos), mientras que los indignos renacerían como Dinovermos por mediación de la Madre para purgar sus pecados en un largo servicio como heraldos del Padre y volver a encarnarse como humanos normales tras su muerte.
- El culto fue condenado por paganismo al iniciarse la campaña militar de sometimiento, por lo que en vez de perseguirse (como sucede con los cultos blasfemos) se procedió a evangelizar a la población adepta al mismo mediante misiones eclesiásticas, buscando llevar la luz imperial a los supersticiosos nativos. La tarea resultó difícil por lo arraigado de sus creencias paganas y hubo violentos enfrentamientos cuando se realizó la persecución y purga de los sacerdotes por su condición de psíquicos no autorizados, y por la necesidad de quebrantar la estructura que cohesionaba su religión. Tras 2.500 años, todavía existen numerosos remanentes de éste culto pagano entre los habitantes de las zonas rurales más remotas.

Culto de los Sauriosicarios:
- Su emblema es un saurio rampante de la especie Carnosaurida, de color negro sobre un triángulo rojo invertido rodeado de tres triángulos dorados nacidos de sus aristas, formando todos un triángulo mayor.
- Se trata de un culto religioso organizado, dominado por una casta de sacerdotes-guerreros conocidos como Mirmidones, con un cuerpo de acólitos fanáticos y una extensa legión de aguerridos iniciados.
- Su extensión geográfica se limita a las Tierras Altas, dónde era la religión dominante entre las gentes nativas de esas regiones tanto en el continente Kamrea como en otras partes del planeta Vermix.
- La doctrina religiosa se centraba en la veneración del Gran Saurio, llamado Gorgonon, dios del fuego y la fuerza. Consideraban al Carnosaurio como su avatar en las llanuras y al Dracosaurio como su avatar en las montañas. Sus seguidores están consagrados a una vida nómada guerrera basada en el saqueo, en el caso de las llanuras, o una vida sedentaria belicosa basada en la metalurgia para los montañeses.
- El culto fue condenado por paganismo al iniciarse la campaña militar de sometimiento, por lo que en vez de perseguirse (como sucede con los cultos blasfemos) se procedió a evangelizar a la población adepta al mismo mediante misiones eclesiásticas, buscando llevar la luz imperial a los supersticiosos nativos. Su valor como feroces guerreros fue apreciado por las autoridades imperiales como cantera de soldados.
- La violenta resistencia a la conversión de sus miembros hace que éste culto todavía hoy siga vigente.


Alara se mordió el labio inferior. No era una experta en conocimientos acerca de la Disformidad como Octavia, pero gracias a su adoctrinamiento en sus tiempos de novicia sabía lo suficiente como para saber que el culto Vermisionario, al que había pertenecido aquella fortaleza, poseía elementos siniestros. Culto a un dios cuyo heraldo eran los gusanos… que los fieles acudieran a él para buscar el remedio a la agonía de la enfermedad… y aquel horrible sueño, aquella terrible alucinación en la que había contemplado su cuerpo supurante y tumefacto ser devorado por gusanos…
-Octavia- murmuró.- Tú has leído este informe igual que yo, sabes lo que soñé. ¿Qué crees que significa esto? ¿Crees que los Vermisionarios eran… malignos?-.
Octavia vaciló durante unos instantes, tratando de escoger las palabras.
-No es más que una suposición, por supuesto, pero si los Vermisionarios tuvieran que estar influidos por alguno de los Poderes Ruinosos, sin lugar a dudas yo apostaría por Nurgle. El demonio de la enfermedad y la podredumbre-.
Valeria la miró con inquietud.
-Octavia, ¿estás segura de eso? ¿No crees mucho más probable que la veneración a los gusanos se deba simplemente a que son unas criaturas inmensamente poderosas y endémicas en este planeta? Además, la enfermedad ha preocupado a todas las sociedades humanas desde que el mundo es mundo, y si los sacerdotes del Gran Padre y las sacerdotisas de la Madre de Todo eran psíquicos, ¿acaso es tan extraño que fueran capaces de remediar algunas dolencias?-.
-Sería lo más lógico- respondió Octavia.- De no ser por la pesadilla, o alucinación, que ha tenido Alara-.
-Alara sufre pesadillas desde hace años- objetó Valeria.
-Cierto- convino Alara, malhumorada.- Pero nunca he soñado algo así. Nunca, jamás. Mis pesadillas siempre tienen que ver con la Masacre de Galvan y la muerte de mi familia-.
-Y en cuanto al malestar, ¿cómo sabéis que no se debió tan sólo al hecho de estar sufriendo una situación de gran tensión emocional?-.
-Eso lo descubriremos en seguida- dijo Alara, al escuchar pasos que se acercaban. Pocos segundos más tarde el padre Bruno entró en el Rhino, seguido de Mathias.
-¿Me llamaba, hermana Alara?- preguntó Bruno.- ¿Qué quería?-.
Alara se dio cuenta de que el joven sacerdote parecía pálido y cansado.
-¿Se encuentra bien, padre?- quiso saber.
-Sí, eh… bueno, en realidad… La verdad es que no he pasado muy buena noche. Tengo náuseas y no he podido dormir bien; a decir verdad, cuando el Legado ha venido a buscarme estaba pensando en pasarme a verlas a ustedes, hermanas hospitalarias, para pedirles un remedio-.
-Faltaría más- dijo Valeria, dándose la vuelta para buscar un frasco.- ¿Desde cuándo sufre estos síntomas, padre?-.
-Pues… -Bruno se rascó la tonsurada coronilla, pensando.- La verdad es que, es curioso, me empecé a encontrar mal al poco de entrar en la fortaleza. Y así llevo desde que llegamos-.
La mano de Valeria se quedó inmóvil en el aire, a medio camino hacia el frasco.
-¿Lo veis?- preguntó Alara en voz baja,- Él también lo ha sentido-.
-¿Sentir el qué?- preguntó Bruno.
-¿Qué opina de Shantuor Ledeesme, padre?- replicó Alara.
El padre Bruno parecía cada vez más desconcerado, pero respondió a la pregunta.
-Pues… me parece un lugar perdido y abandonado. En muy mal estado, sí. Y a pesar de todo, se mantiene en pie con una solidez sorprendente. Aún así, debo reconocer que semejante estado de abandono y decadencia me desagrada sobremanera, y algunos lugares son tan sórdidos que hasta me dan escalofríos. Me sentiré muy satisfecho cuando podamos proseguir nuestro camino-.
Mathias se cruzó de brazos.
-Ya veo por dónde vas, Alara. Pero, ¿cómo sabéis que lo que ha afectado a Bruno es lo mismo que te ha afectado a ti? Podría ser algún alimento en mal estado, un virus o alguna bacteria fruto del ambiente húmedo e insalubre de los pantanos…
-No ha podido ser ninguna de las dos cosas- repuso Valeria, preocupada.- Se le ha servido el mismo rancho a todo el mundo, y a nadie le ha sentado mal. En cuanto a la supuesta enfermedad del pantano, ¿por qué sólo ha afectado al padre Bruno? Ni uno solo de los Guardias Imperiales han venido quejándose de síntomas como los que nos ha descrito. Y tan cierto como que el Emperador se sienta en el Trono que si hubieran podido encontrar alguna forma de alegar enfermedad para escaquearse de algunas guardias, lo hubieran hecho-.
-¿Y por qué crees entonces que está afectado él?-.
-Por lo mismo que estoy afectada yo- dijo Alara en voz baja.- En Shantuor Ledeesme hay algo extraño, algo maligno. Yo lo he percibido, y el padre Bruno también-.
-¿Y de dónde crees que procede? ¿De algún tipo de brujería psíquica? ¿De los Poderes Ruinosos? ¿Por qué solamente os está afectado a Bruno y a ti? Octavia y Valeria son tan devotas como vosotros y no han percibido nada sobrenatural…
-No creo que tenga nada que ver con la devoción- dijo Octavia en voz baja.- Una de las bendiciones que nos otorga el Emperador gracias a nuestra devoción es la resistencia a los poderes psíquicos y la inmunidad a las perturbaciones que provoca la presencia demoníaca. Tiene que ser otra cosa...
Alara tragó saliva. De repente, los pelos se le pusieron como escarpias.
-Nadie más ha tenido esas… horribles alucinaciones; sólo yo. ¿Por qué? ¿Por qué me ha pasado a mí? ¡Si se trata de una especie de… de influjo de los Poderes Ruinosos, eso significa que han… han entrado en mi mente! ¡Se han metido en mi cabeza!-.
La idea le pareció tan espantosa, tan aterradora, que los ojos se le llenaron de lágrimas y un sollozo escapó de su garganta, por segunda vez en aquel día.
-¿Alara?- dijo Mathias, alarmado.- ¿Qué te pasa?-.
-¿Qué qué me pasa? ¡Ese influjo impuro ha entrado dentro de mi cabeza!- de repente, volvía a sentirse tan mareada y enferma como cuando estaba recorriendo el sótano de la fortaleza; enferma de asco. Aquellos gusanos habían estado de verdad allí, aunque no era su cuerpo por donde habían reptado, sino por su mente.- ¡Ha intentado corromperme! ¡Ha intentado mancillarme!- sus ojos asustados se volvieron al padre Bruno con una expresión despavorida.- ¡Por favor, padre, ayúdeme! No d… d… deje que vuelvan a tocarme…
La voz se le quebró en un gemido. Mathias estaba tan atónito como espantado por la reacción de Alara y no supo cómo actuar, pero Bruno se hizo cargo de la situación de inmediato. Se acercó con rapidez a Alara, la tomó de la mano y trazó el símbolo del águila en su frente, murmurándole palabras tranquilizadoras.
-Tranquila. Hija, serénate; el mal no ha mancillado tu cuerpo ni ha corrompido tu mente; tu alma sigue estando inmaculada. Reza conmigo si quieres; reza, y te santificaré con el signo de pureza-.
Alara aferró las manos del padre Bruno y comenzó a rezar a la par con él una plegaria con voz frenética, a la que pronto se unieron las demás Sororitas. Al cabo de unos segundos, incluso Mathias se unió a la oración, aunque su rostro revelaba a las claras que se sentía fuera de lugar y no alcanzaba a comprender la reacción de Alara ni lo que estaba pasando. En otra ocasión, aquello hubiera sido una nueva fuente de inquietud para Alara; una nueva constatación del abismo que, como Sororitas, la separaba de Mathias, aunque en otras cuestiones estuvieran tan compenetrados. Pero en aquellos momentos esa era la última de sus preocupaciones; la aterradora sensación de haber sido alcanzada por un poder impío era demasiado intensa, demasiado brutal. Una Hermana de Batalla no temía al dolor, al sufrimiento ni a la muerte; su único verdadero temor era fallarle al Dios Emperador, dejar de ser digna a sus ojos. Y eso era algo que podía pasar si, voluntariamente o no, sucumbían a la corrupción.
Sin embargo, la oración y la bendición del padre Bruno surtieron efecto. Poco a poco, Alara dejó de llorar y rezar, y algo parecido a la calma volvió a llenarle el corazón. Al cabo de unos segundos, se dio cuenta de la causa: en aquella ocasión, lejos de los sórdidos y oscuros sótanos, acompañada por Bruno y Mathias y rodeada de sus hermanas, había vuelto a sentir que el Emperador la escuchaba, que seguía con ella, que permanecía el vínculo imperecedero entre sus almas. Agarró con la mano su Rosarius, llena de un bendito alivio.
“No quiero fallarte”, pensó, haciendo rodar las cuentas entre sus dedos y llevándose el icono a los labios. “No quiero alejarme de tu lado, quiero ser digna a tus ojos, no quiero fallarte jamás. Tú eres mi padre y mi guardián; protégeme, te lo ruego. Protégeme contra el mal que habita en este lugar y concédeme sabiduría para reconocerlo y fuerza para derrotarlo”.
Después de aquella plegaria silenciosa, abrió los ojos.
-Gracias, padre Bruno- susurró.- Gracias a todos. Ahora me siento mejor-.
El sacerdote le palmeó la mano con ademán paternal.
-No te inquietes más, hermana. Sea lo que sea lo que acecha aquí, tu alma es mucho más fuerte. Jamás podrá mancillar tu pureza si no permites que lo haga. El Emperador está contigo; el Emperador protege-.
Alara le dedicó una débil sonrisa.
-El Emperador protege- repitió.


+++ Notas y Comentarios - Investigador Legado Mathias Trandor +++
[1] Incidente Inhumano: durante la realización de una operación policial contra el crimen organizado en Prelux, se descubrió que los miembros de una peligrosa banda carecían de identidad civil y antecedentes familiares en los registros imperiales como si hubieran vivido siempre al margen de la sociedad imperial (algo frecuente entre los habitantes de las zonas remotas dónde los censores rara vez llegan para hacer el recuento poblacional) o éstos hubieran sido borrados. Un veterano agente de la policía imperial, encargado de elaborar las fichas policiales, se percató de que uno de los detenidos ya había sido fichado antes por sus delitos... hacía más de 300 años. Aunque usaba otro nombre, las huellas dactilares y los rasgos faciales coincidían. Sospechando que el detenido consumía drogas revitalizadoras (que alargan la vida y frenan temporalmente el envejecimiento), el agente encargó un análisis de sangre tanto para el inmortal delincuente como para los otros. La sorpresa fue absoluta cuando resultó que todos ellos tenían una coincidencia genética del 99% como si fueran hermanos y no había traza alguna de drogas revitalizadoras. Puesto el asunto en manos de la Inquisición fue posible descubrir que se trataba de falsos humanos con un esqueleto metálico y órganos artificiales cubiertos de piel sintética. Los así llamados Replicados no necesitaban comer ni respirar ni otra función vital humana para funcionar, pues tenían células de energía recargables de larga duración (similares a las bobinas de potencia que usan los Tecnosacerdotes) y un sistema locomotor mecánico que les proporcionaba fuerza y velocidad sobrehumanas, así como una mente artificial que potenciaba enormemente su inteligencia. Como puede deducirse, éstas abominaciones ofrecieron una violenta resistencia a los intentos de ser estudiados por la Inquisición y por sus acólitos del Culto Mecánico, que empezó a manifestarse en la propia comisaría de la policía imperial cuando se percataron de que habían sido descubiertos, llegando a matar a sesenta agentes antes de ser neutralizados.

3 comentarios:

  1. Madre mía, ¿qué le ha pasado a Alara? ¡Joder, tiene alucinaciones! ¿Pero qué había en la fortaleza? ¿Aire envenenado? ¿Fue el contacto con aquellos extraños seres metálicos?

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  2. Gusanos por el cuerpo...¡pero qué asco!, menuda pesadilla. El estado de semiconsciencia es también bastante terrible, estar en una camilla sin poder comunicarse pero escuchando todo lo que dice la gente que está en la habitación.

    Pues menos mal, creí que la iban a poseer o algo. Espero que eso no ocurra.

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  3. La explicación de la "pesadilla" de Aalra, qué se la ha provocado y por qué ha sido justamente ella quien la ha sufrido, se averiguará en los siguientes capítulos ;-)

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